22/4/11

Sensación urbana



En Buenos Aires prevalece la torpeza de los cuerpos, como un tango en los que piden perdón, gesticulan disculpas, medias sonrisas y agradecimientos siempre, aunque no hayan hecho nada, sólo atropellarte en su ceguera matutina en blanco y negro, un baile de salón en tiempos de sombra donde la contorsión de los cuerpos y sus culpas se alojan en el rictus, la mueca o en la cicatriz  y rara vez en dónde quisiéramos que se deposite, aunque a veces nos saca del letargo  un desliz de cintura sensual con rimmel y labios sangre que provoca en su premura  desprivatizar una mirada cómplice y un pensamiento sexual auto-hablado en silencio de un traje con corbata de seda corriendo a la audiencia de las 10…

Sensación colectiva de que alguien siempre viene a pegarte un tiro, de que estás en medio de algo, y se cuela  subrepticiamente un dolor en la panza, una puñalada de temor, percibís que te coloniza y planta bandera, aunque pensás que es ridículo tener miedo como no tenerlo, es que el poder de las armas – filoso—y el poder del mercadeo –bestial-- han grabado en nuestra piel marcas de descrédito ante lo que desborda cuyo objetivo incondicional es sobrevivir con aparente ecuanimidad a darlo todo por el mal menor, invocación en aras a no sacrificar la vida en ciertos suicidios cotidianos “ total, todo sigue igual… “. Inercia y desproporción entre responsabilidades que no terminan nunca y libertades que nunca comienzan…diseño, creación  y gozo de quienes tienen el poder de revolcarse en el poder.

Comunicación telepática en la capital, masa hipócrita con  hilos conductores de pensamientos de que todo lo que alguien pueda decir de positivo suena a Slogan o lugar común, inalcanzable y místico, aunque ser positivo es un compromiso moral y bien visto al que no debemos renunciar. Eso sí, no peguen el grito en público, mejor hacerlo en el silencio de tu living donde la luz de la conciencia incendia las máscaras  e ilumina nuestro espíritu condición necesaria para armar una revolución individual aunque sea para cambiar las cosas de lugar en nuestra casa, darle consejos a los hijos del amor incondicional o ser mejor persona, para el “afuera” nos ponemos la máscara floreada de hipócritas que nos queda genial.

Para catapultar éste pequeño síntoma literario de violencia innecesaria sobre la ciudad y sus gentes, me lleva a reconocer una sutil justicia en éstas sensaciones con un orden fundado en la paciencia y en el amor a mi tierra.

Cómo te Amo Buenos Aires...


22/4/2011


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